martes, 26 de enero de 2021

Mouros, xanas, xaninos y galigrecos

De los viejos habitantes  

A lo largo de toda la geografía asturiana nos encontramos constantemente con menciones y referencias a los misteriosos "mouros" y a las no menos fascinantes xanas. Si bien estás últimas están siempre asociadas al agua; ríos, lagos, puentes; los primeros parecen ocultarse en profundas simas, bajo antiguas ruinas o en palacios sumergidos en las innumerables charcas y lagunas de la tierra asturiana. 

Mouros, xanas y galigrecos
La xana la fonte clara
A estos mouros se les nombra casi siempre de manera anecdótica y poco concisa: "esto era de los mouros", "aquí vivían los mouros", "salen los mouros una vez al año", "es un tesoro de los mouros", "lo escondieron los mouros" etc. Los mouros estaban y se fueron, pero parecen haber dejado tras de sí unas cuantas cosas. Casi siempre oro. Mucho oro. 


En ocasiones parecen querer confundirse con los moros históricos, los de la morería, que en el relato mítico de los asturianos siempre están huyendo de la furia de Pelayo y sus hombres. En su retirada dejan atrás a una doncella, hermosa y encantada bajo alguna magia que, las más de las veces vigila y protege un tesoro y pasa, así, al mundo mitológico de los otros mouros

En ambos casos, histórico y mítico, la palabra mouro/moro parece hacer referencia a alguien o algo no cristiano. Que se sitúa fuera del mundo racional, pues lo lógico, en este relato mitológico, es ser cristiano. Si Dios creo el cielo y la tierra y mantiene las dos en su sitio solo quien no es racional no puede creer en Él. Y solo hay una manera de creer en Él que es ser cristiano.  Por lo tanto quienes no creen solo pueden ser criaturas mágicas de extraños poderes que viven a caballo entre nuestro mundo y el otro. Sus ruinas y restos están con nosotros aquí, pero ellos están más allá, en ese mundo subterráneo y sumergido. 

De las mouras y las xanas 

De los mouros en sí se sabe bastante poco, pues nadie parece haberles visto. Al menos no con claridad. Así que no hay una descripción fidedigna de los mismos. A las mouras sí que se las ve, o al menos se las describe, que son siempre guapas y, a menudo, muy rubias de cabellera (tan dorada como los áureos tesoros que custodian). 
Pero esto de las mouras es un problema, porque se parecen demasiado a las xanas. 
Son guapas, rubias, custodian un tesoro o prometen riquezas. Las semejanzas son abundantes, aunque sí es cierto que las xanas suelen estar más individualizas, algunas incluso tienen nombre y casi siempre ese nombre es Ana. Además las xanas parecen estar ligadas a un lugar concreto que llevan habitando desde siempre, desde que el mundo es mundo. 

De las xanas y los xanos y los xuanes

Además de xanas, hay xanos. O eso parece. A los xanos tampoco los ha visto nadie y parecen ser tan esquivos como los mouros. Incluso podríamos decir que son lo mismo si estiramos un poco el limite de nuestra imaginación. A los xanos no hay que confundirlos con los Xuanes, que son numenes de extraños poderes, por lo general relacionados con el clima, como Xuan Cabritu, Xuan de la Borrina, Xuan Barberu, Xuan Blancu... 
Tal vez, y solo tal vez, los antiguos astures llamaban xana, xanu y xuan a criaturas semidivinas que se situaban más allá de su comprensión pero que, en realidad, les ayudaban a entender ese mundo peligroso y desconocido que les rodeaba. Xuan Cabritu controlaba las nubes y el granizo, Xuan de la Borrina la niebla, Xuan Blancu y Barberu... ya se ha olvidado
Tal vez, y solo tal vez, los antiguos astures mezclaron en algún momento de su historia legendaria a las xanas y los xanes con los mouros y las mouras, pues todos ellos estaban lejos, eran desconocidos y, los más importante, no eran cristianos. En la mente colectiva de los asturianos unos y otros habían estado antes en Asturias, pero se habían ido, expulsados al parecer, y no habían dejado atrás nada más que un borroso recuerdo. 
Tal vez, y solo tal vez, xanas y mouras y xanos y mouros fuesen para los asturianos la misma cosa aunque ellos ni siquiera se diesen cuenta. 

Todo es mentira

Lo que el lector se va a encontrar a continuación es todo mentira. Es un desvarío, una fantasía, un cuento, un leyenda inventada en noches insomnio. Es indemostrable, acientífico y poco o nada metódico. Va a forzar las pruebas, retorcer las leyendas, casi va a inventar otras nuevas y va a ignorar las que no interesan o no encajan con el relato. Es todo una mentira y una manipulación que pretende engañar a la Historia y a la Leyenda. Y si os lo creéis va a ser solo culpa vuestra

Xanos, galigrecos y xigantes

Dejemos a un lado el aspecto de los mouros,  por el momento nos nos interesa, y centrémonos en su nomenclatura. 
Las leyendas más habituales les llamas mouros, o xentiles, o xentiles galigrecos.  En todos estos casos queda una cosa clara: no son cristianos se llamen como se llamen. Son de antes de los cristianos. A los xanos no se les nombra, casi parece que no existan. 
¿O sí?
Mouros, galigrecos, xentiles y xigantes parecen tener querencia por las grandes piedras y los tesoros escondidos. Les gusta el oro, mucho. Y lo atesoran en sus palacios y ciudad subterráneas. Menos los xigantes, que acaban de aparecer en nuestro relato y que no viven bajo tierra. Difícilmente podrían entrar en los angostos túneles que llevan a los hogares de los mouros. 
A no ser...

A no ser que mouros y xigantes fueran parte de una misma y antigua raza que huyó de los humanos separándose en dos rutas de escape distintas. Los xigantes se ocultaron en cuevas y en lo más profundo de los densos bosques asturianos. Los mouros excavaron túneles y esculpieron ciudades bajo tierra. Los unos se asalvajaron y asilvestraron  y aumentaron de tamaño descomunalmente. Los otros se civilizaron y sofisticaron y mantuvieron el tamaño de los humanos normales, aunque tirando a altos, para poder moverse por sus túneles. 
Mouros, xanas y galigrecos
Mouro, xigante o xano
Los xigantes, sobre todo los de las cuevas, son brutales y caníbales, y gustan de devorar a los incautos que se adentran en sus cavernas atraídos por el rumor de oro y riquezas. 
Los mouros son magos, no se han comido a nadie que se sepa y pueden transmutar su cuerpo, al menos pueden adoptar la forma de una serpiente ¡incluso de un temible cuelebre!. Y esto último los vincula con las xanas. Las xanas también se transforman en culebrón o, al menos, tiene un cuelebre cerca, haciendo las veces de guardián y carcelero. Así que a xanas y mouros les gusta el oro y las serpientes. Y la magia, claro. 

Más aún, los mouros, en su huida, dejaron atrás, como ya se ha dicho, a algunas de sus doncellas, hijas o hermanas, que por fuerza de un maldición o magia paterna (o al menos machirula) terminan convertidas en encantos o encantadas, casi siempre cerca o dentro de una fuente, una poza, un arroyo, a veces en cuevas. 

Pues yo digo que esas encantadas son también xanas y que, por lo tanto, son las xanas son las hijas de los mouros. Al menos algunas xanas. Al menos en algunas ocasiones. Y si las xanas son las hijas de los mouros, los mouros son xanos. 

Pero esto es todo mentira y no os lo deberíais creer.  

La Vieya

Hay alguien más a quién le gustan las piedras grandes más allá de xentiles y xigantes. No tiene nombre conocido, así que se la nombra simplemente como La Vieya, o también La Filandera. Los menhires y las piedras grandes en general son suyas. Las colocaron allí los xigantes, antes de que el tiempo fuese tiempo, pero no fue por capricho, sino para La Vieya, pues estos gigantescos monolitos son los husos que ella utiliza para hilar sus hilos de oro
En general a los monolitos se les llama simplemente "las piedras" o "as pedras" y son de "La Señora", "La Vieya", "A Filandera"... Poco más se sabe de esta misteriosa anciana. Pero es grande, muy grande, tanto como para hilar en una gigantesca peña que se alza muy cerca de Oviedo a la orilla del Nalón y que es conocida como "Fuso la reina", el huso de la reina. Y esta reina es ella, La Vieya, La Señora. 
Esta reina gigante hasta lo descomunal es la diosa de su estirpe, de los xigantes, que para eso levantaron sus piedras, para adorarla y que pudiese continuar su labor, su eterno hilar de hilos de oro. Aunque nadie sepa ya para que son esos hilos. 
Es la dueña también del arco multicolor que cruza los cielos cuando el sol despunta después de llover, por eso los asturianos lo llaman "L'arcu la Vieya". Una vieya filandera y xiganta. La diosa primigenia de los mouros y los xigantes.  
Pero esto también es mentira

Los xaninos

Las xanas tienen hijos que son conocidos como "xaninos", "xanín" en singular. Parece que son siempre varones, aunque esto no está muy claro, de piel oscura y pelo abundante. 
A veces sus madres no parecen estar atadas a ningún sitio, como suele ser habitual en las xanas, y se mueven de un lado para otro con el xanín a cuestas para intentar intercambiarlo por algún bebe humano cuya madre esté despistada. Hay quién dice que esto lo hacen porque los xaninos son voraces y absorben dolorosamente la energía de las madres al mamar, hasta matarlas; otros afirman que, en realidad, las xanas no pueden amamantar; otros que la leche de las mujeres humanas es mucho más nutritiva que la de las xanas, pero en realidad nadie sabe porqué lo hacen. Lo que ocurre es que el xanín, peludo y de piel oscura no suele engañar a la disgustada madre humana que, como buena asturiana, tiene siempre a mano un ensalmo para expulsar de su casa tan desagradable compañía (¡Toma al to peludín, dame al mi mocosín!). La xana, descubierta, no tiene más remedio que desfacer el entuerto y escapar con su progenie en brazos. 
De los padres de los xaninos, presumiblemente los xanos, no se sabe nada, como ya se ha dicho, pero no son humanos. No es que a los humanos no les guste ayuntarse con  las xanas, que son rubias, guapas y con posibles, sino que los hijos de humanos y xanas son simples humanos. La prueba de esto es que el único caso conocido, el de la noble familia de Velarde, cuyo antepasado se desposo con una de estas criaturas, es totalmente humana. No hay que quitar merito a los Velarde, la gran mayoría de humanos que intenta seducir a una xana terminan ahogados en el fondo de una sus pozas. 
No, los xaninos no son hijos de humanos, son hijos de xanos. O de mouros. 
Los xaninos, como hemos dicho, son de piel oscuro. La palabra "mouro" viene del latín "maurus", que significa "negro, oscuro". Los xaninos son los hijos y los nietos de los mouros. 
Pero esto también es mentira

Xigantas

Hay xanos y hay xigantas. A las segundas se las llama en muchas ocasiones "mouras" y esto no es mentira, por lo que mouros y xigantes son una misma cosa como ya se ha dicho machaconamente. Pero esto último sí que puede que sea mentira. 
A las mouras les gustan los dólmenes y también les gusta hilar a semejanza de La Vieya. Mientras hilan las xigantas se colocan las piedras que rematan el dolmen sobre la cabeza haciendo equilibrio. Nadie sabe porqué, pero puede que lo hagan en imitación o en honor de La Vieya, su señora. 
A las xigantas, como a las xanas, les gustan los ríos y, aunque no viven en ellos, levantan presas y canales en su cauce para crear estanques en los que lavar el oro que tanto les fascina. Estos canales reciben el nombre de "antiguas". 

Los reyes

Que los xentiles galigrecos estaban gobernados por poderosos reyes no es ningún secreto y también es lógico, porqué solo para los reyes se acumula tanto y tanto oro como hacen ellos. Lamentablemente no conocemos el nombre de ninguno de estos soberanos, que la memoria de los seres humanos es débil y el tiempo de la huida de los mouros  es muy lejano. 
Hay, como no, excepciones a esta regla del olvido.  El príncipe Carandón, que está enterrado en Moñes y cuyo espíritu aún puede verse paseando junto a sus hijas montado en un carro en la noche de San Xuan. Es muy posible que sea este príncipe y no otro el que está representado a lomos de su caballo en la diadema de oro (¡por supuesto!) que se encontró en ese mismo lugar y que los humanos atesoran en uno de sus museos
Mouros, xanas y galigrecos
El rey Castro y su guerra
contra los galigrecos

Bajo el castillo de Buanga se encuentra enterrado el tesoro de la reina Numadre, consistente en una docena de reyes de oro; aparentemente son estatuillas que representas a monarcas de los xentiles, pero con estas criaturas nunca se sabe y nada impide que esos doce reyes dorados estén vivos a su manera esperando en las galerías subterráneas del castillo roquero el regreso de su soberana. Que nadie busque ese castillo porqué ya no existe. O puede que sí, pero no lo vemos.
De los otros reyes galigrecos no se sabe el nombre, como bien ya se ha dicho, pero sí el de su enemigo, el rey Castro, quién asedió las ciudadelas de los xentiles en Valdepares y El Ferreiru. Los habitantes del primero intentaron durante el asedio separar con su magia la península en la que se encontraban para convertirla en una isla, abriendo un enorme canal en la tierra. Fracasaron y fueron derrotados, pero todavía se puede pasear por la enorme trinchera. Los dos castros están separados por más de cien kilómetros de distancia así que bien podemos estar hablando de una guerra mucho más terrible de lo que se recuerda, pero nunca ya lo vamos a saber. 
El rey Castro tenía su propia ciudadela en algún lugar muy cercano a sus enemigos de Valdepares, aunque no se ha encontrado ni rastro de ella, así que puede que todo lo anterior sea mentira. Seguramente lo sea. Pero ya lo sabíais. 

Las costumbres

Mouros, xanas y galigrecos no eran humanos aunque pudieran parecerlo y sus costumbres y usos son una buena prueba de ello. O eso parece porqué de nuevo estamos en el mundo de lo falso y lo especulativo, que si de los xentiles se sabe bien poco, de sus costumbres se sabe aún menos. Sacando de aquí y de allí, los antiguos relatos nos ayudan a desentrañar levemente el misterio

Los animales

Los mouros montan a caballo que esconden junto a ellos en sus ciudades subterráneas. Esto lo sabemos casi seguro pues se les ha visto salir de las profundidades del castillo de Alesgas con sus monturas para abrevarlas en el río. 
También cabalgan sobre cabras, aunque esto lo hacen menos, sobre todo cuando quieren viajar por las encrespadas cumbres de las montañas. Una vez ocurrió que una moura atravesó las cimas jineteando una cabra a tal velocidad que origino un enorme desprendimiento que aún a día de hoy puede contemplarse, la Fana de Xenestaza se llama. Lleva siglos cayéndose lentamente hacia el fondo del valle por la ladera. ¿Y si al terminar de caer revela una de las secretas ciudades de los suyos? Esta sí que sería una mentira digna de verse. Dicen que este no es el único desastre originado por la montura de cabras, pero desde luego es el más conocido.
Otros son los animales que completan la cabaña de los galigrecos para ayudarles en sus labores diarias. Son bestias de oro, iguales a aquellas de carne y hueso que asisten a los humanos en sus quehaceres, y dan a entender que, a lo mejor, el dorado metal no les gusta por lo mismo que a nosotros. Seguramente sus sabios y alquimistas hacen con él está imitación de vida. Y eso está bien, porque sería muy cruel tener a todas esas bestias viviendo tan lejos de la luz del sol. Se sabe de los bueyes áureos que pacían en la Fonte la Xania, incluso en una ocasión bajaron hasta la hermosa villa de Grao acompañando a su señora moura, y muy cerca, en el Freisnu, había una gallina con sus polluelos, todos de oro, que pertenecía a una xana. 

Las magias

Mouros, xanas y galigrecos
El oro de las xanas
Las xanas y encantadas pasan por ser poderosas magas (como los mouros, claro) y prácticamente todas
 
son capaces de adoptar forma de serpiente gigante, como hemos ya dicho más arriba, pero también se conoce alguna que se ha transformado en buey en llamas; aumentan su peso a voluntad, usando esta sucia treta para ahogar en el río a los incautos que las cargan al hombro seducidos por promesas de una vida mejor a su lado; son capaces de maldecir objetos, especialmente hilos de oro y bollos de pan de tres picos, el incauto que los rompa o robe muere en el momento. 

Algunos de los mouros son capaces de leer auspicios en los sucesos naturales. Uno de sus reyes contempló una gran nevada que caía sobre sus tierras y entendió que marcaba el fin de su tiempo y la llegada de la era de los humanos. Ese fue el momento, y no otro, en el que comenzaron los mouros su eterna huida. 

La Diosa

No se sabe muy bien quienes eran los dioses de las xanas y los galigrecos. Les repele todo lo cristiano, el tañido de las iglesias les hace escapar y Xuan Cabritu es capaz de olisquear el tufo a "cristianuzo". Puede ser que la diosa de todos ellos sea esa que los xigantes llaman La Vieya. Dicen que en cierta playa del Oriente asturiano pueden verse sus huellas estampadas en la roca, pero o bien son de otra xiganta más pequeña, o bien La Vieya cambia de tamaño a voluntad. Hay quien dice que tiene un hijo que brilla tanto como el sol y que oscuros enemigos la persiguieron en una ocasión desde el mar. Hay quién dice que La Vieya, La reina y La Filandera no son una misma diosa sino tres, pero esto no son si no tonterías. 

A los mejor esas xigantas que a veces llaman Filanderas son las hijas de La Vieya, o sus sacerdotisas, o las dos cosas a la vez. Nunca lo sabremos. Tampoco sabremos que son esos hilos de oro, pero parece que tienen algo que ver con la vida, o con el sol, o con las dos cosas. A lo mejor el oro que hilan mientras hacen equilibrios con las grandes piedras en la cabeza no es otra cosa que los rayos dorados del astro rey que ellas convierten en materia llena de vida. A lo mejor con esos hilos construyen sus animales de oro. A lo mejor en esos hilos está el destino y la vida de las personas, pero entonces no deberían haber cortado ese hilo tan pequeño el pasado año.

Pero esto es todo mentira y si habéis leído hasta aquí y os lo habéis creído es solo culpa vuestra. 

Fin


Post scriptum

Prácticamente toda la información que he utilizado para esta entrada está sacada de mitos y leyendas asturianas recopiladas por Alberto Álvarez Peña en algunos de sus multiples libros sobre el tema. No perdáis la oportunidad de leerlos. 
También he consultado los trabajos de Xuan Xosé Sanchez Vicente, Aurelio Llano y Constanino Cabal.
Las imágenes son todas de Arthur Rackham y, en realidad, tratan sobre mitología artúrica, céltica o cuentos populares, pero retorciéndolas un poco encajan casi a la perfección con los mitos asturianos.



jueves, 16 de mayo de 2019

El valle del Trubia y sus castillos en las rocas.



El Valle del Trubia

Las tierras que desde las alturas del Puerto Ventana desembocan en los confines del concejo de Oviedo son conocidas desde antiguo como el Valle del Trubia. Bajo la batuta del cabildo de la catedral de Oviedo, que ejerce su poder a través de sus encomenderos de noble linaje, en este caso los Quirós, o a través de sus delegados directos, como son los mayordomos, merinos episcopales o tenentes. Esta situación viene de los tiempos de los reyes de León y fue con la minoría de Fernando IV que tiene los obispos problemas con sus vasallos. Y es que no siempre le han salido bien al cabildo la elección de comenderos y tenentes, teniendo que muchas veces pleitear con los elegidos que se le subían a las barbas. Los hechos fueron muy gravosos cuando el primero de los Trástamara cedió las tierras del Trubia a su hijo natural Alfonso Enriquez, pues los suyos cometieron muchos abusos y desmanes en estas tierras y hubo el obispo de pleitear por recuperar lo que era suyo y por asistir a sus vasallos.

Hay que aclarar que el valle del Trubia no es solo el valle del Trubia. Lo forman también el de Ricabo, el de Lindes, Valdesampedro, Valdesantibanes y Valdecárzana. Una tierra de empinadas montañas y profundos desfiladeros. De rápidos ríos y frondosos bosques. De castillos rocosos y aldeas escondidas. Que se organizan en distintos territorios: Santo Adriano, que comprende las tierras alrededor del monasterio homónimo situado a la vera de la aldea de Tuñón; Proaza, que nació al calor de la fortaleza de un rebelde; Teverga, bajo el castillo de Alesgas y la Colegiata de San Pedro; y Quirós, cuna de uno de los más nobles linajes asturianos.

Cuídese la viajera que se adentre al valle porqué una parte de su alma se quedará para siempre entre sus cumbres.

Santo Adriano

La viajera que se adentre en las tierras del Trubia viniendo desde la ciudad de Oviedo, se topará primero con los monjes del discreto monasterio de Santo Adriano de Tuñón. Se levanta el cenobio alrededor de la antigua iglesia del mismo nombre, que dicen fue levantada por el último rey de las Asturias y su esposa Jimena. Vinieron a la consagración del templo los obispos de Oviedo, Coímbra, Iria y Astorga. Poderosa recomendación que advierte a la peregrina de no ignorar el templo. La pequeña aldea que crece a la vera del monasterio es conocida simplemente como Tuñón por los lugareños.

De estas tierras es originaria la estirpe de los García Tuñón, poderosos señores del valle, que extendieron su influencia río arriba, aliándose inteligentemente con otros hombres buenos de estas tierras: los Álvarez de Banduxu.

Desde las escarpadas montañas vigilarán a la peregrina las ruinas del otrora magnifico castillo de Buanga. Levantado en el espolón rocoso que pone fin a la sierra del mismo nombre (aunque alguno dicen Guanga y no Buanga), la fortaleza estaba levantada con tanto ingenio que los acantilados y taludes naturales hacían innecesaria la presencia de fosos y contrafosos, pues la misma naturaleza protegía sus muros. La posición del castillo era inteligente a más no poder, y es que desde su torre se controlaba el Camín Real de La Mesa, el Camín de Ventana y los senderos que desde Quirós llegan hasta el valle del Trubia. Es decir, las más importantes vías para llegar a la Asturias central se divisaban desde sus almenas.

Alfonso VII Emperador
Alfonso VII quién combatió incansablemente
en el valle del Trubia contra el rebelde don Gonzalo Pelaez
Y no solo las alturas del castillo eran de interés. Puede que la peregrina no esté avisada de ello, pero bajo sus sótanos se escondía un pasadizo secreto que asomaba los sótanos del castillo a los bosques de los alrededores, y decían los lugareños que en sus profundidades se encontraban los atuendos de siete reyes y reinas, y que en alguna parte se escondía un fabuloso toro dorado. La verdad es que ya nadie sabe quién construyó la galería, ni mucho menos cuáles eran sus intenciones al hacerlo. Aunque los más atrevidos y sabidores apuntan a un famoso rico-hombre asturiano: el conde Gonzalo Pelaez.

Este don Gonzalo vivió en los tiempos de Alfonso el Emperador y era incluso su alférez real. Poderoso señor de la tierra que mantenía las tenencias de los castillos de Astorga, Pajares, Alba de Quirós, Tudela, Gauzon y Proaza. Dominaba Astorga, El Bierzo, Laciana, Babia, Luna y el río Eo hasta Cabruñana. Y se dice de él que aspiraba a separar Asturias del dominio castellano. Pero fracasó, pues Dios no lo quería.
Sin embargo no fue fácil para el Emperador el derrotar al rebelde. Precisamente en este su castillo de Buanga, cuando las huestes reales lo sitiaban (Gundinsalvo comite in rebellione posito in castro buanga samna), casi pierde la vida el monarca cuando su caballo fue alcanzado, no se recuerda si por piedra o flecha, echando al suelo a su regia persona.
Fue el conde derrotado y desposeído de sus tenencias y, aunque se rebeló de nuevo entre medias, acabo muriendo en el exilio en Portugal. Sus leales trajeron su cadáver para ser enterrado en Oviedo. Era el año del Señor de 1138.

Desde los tiempos del obispo don Alonso Pelaez, allá en los últimos años de don Alfonso Onceno, el castillo, como muchos otros es tenencia de los Bernaldo de Quirós. Situación que no gustó nada a su sucesor en la mitra, Gutierre deToledo, quien les quiso arrebatar la tenencia. Sus dimes y diretes se resolvieron pacíficamente, cosa novedosa, más que nada porque para los tiempos de Juan I la fortaleza ya estaba en estado de ruina, imponente y legendaria, pero ruina.

Estas eran las glorias del castillo de Buanga, aunque los siervos tuviesen de la fortaleza una opinión ligeramente diferente: Traigo la cabeza rota/de carretar oro y plata/del castillo de Teverga/ para el castillo de Buanga.

Proaza

Una legua río arriba llegará la viajera al territorio de Proaza. Se habla que aquí perdió la vida el gobernador moro Munuza, cuando la tierra se llamaba Olalíes, cuando intentaba huir despavorido de los hombres de Pelayo. Y hay que esperar al reinado del primer rey Ordoño para oír hablar de Pruaza.

La villa es tranquila y amable, sin muralla, pero bien protegida por la torre del Campo, de impecable planta redonda. Los iletrados la confunden con el castillo de Proaza, otra de las fortalezas del conde don Gonzalo. Pero es evidente que no estamos hablando de la misma, pues la torre del Campo, que tiene cerca y un pequeño foso, no puede ser la fortaleza poderosa que se enfrentó al poder real. Esta última está perdida y nadie en Proaza sabe donde encontrarla.

La actual torre pertenece en encomienda a los Bernaldo de Quirós, aunque en su nombre la guardaron  durante años los hidalgos de Banduxu Rodrigo Álvarez y Suer Pérez. El obispo don Gutierre también pleiteó por la posesión de la torre. Todo acabó en un buen arreglo, pues los de Quirós se quedaron con los castillos, pero rindiendo pleito-homenaje a la mitra oventese. Así que los de Bandujo tienen la torre por delegación de los Quirós, en quienes delega, a su vez, el señor obispo. Esto a los de Proaza les da igual, porque siempre hay un señor en la torre cobrando impuestos y alcabalas. Así que mientras no pendencien y quemen cosas les parece igual de bien quién les cobre.

A unos cuantos pasos de la Torre del Campo, está la casa fuerte de los Prada, que también tiene torre. De los Prada se habló mucho durante este reinado de sus Católicas Majestades, pero no para bien. Pero esto la peregrina lo descubrirá solo si sigue leyendo. La torre de los Prada es cuadrada y algunas de sus piedras muy, muy antiguas y se carretaron desde el cercano prado de Vegamande. Pero nadie sabe que hacían allí.

Recordar por último a la viajera que en Proaza puede cruzarse el río sin mojarse los pies, porque en su barrio de Villanueva se levanta un puente que une las dos orillas.


Proacina

Otro de los castillos roqueros del valle, se erguía en el margen izquierdo del río. Era una más de las
Valle del Trubia
Alfonso VII envía a los suyos contra
Gonzalo Pelaz
fortalezas que estuvo bajo la tenencia de los Quirós hasta que cayó en desuso. Los sabidores hablan de que antiguamente era este el lugar conocido como Proaza y cuando el actual le quitó protagonismo se quedó con el diminutivo de Proacina. No falta quién dice que, en realidad, el castillo de Proaza en el que se escondía Gonzalo Pelaez estaba sito en este lugar. Es ruina desde no se sabe cuando.


Banduxu

Desviándose de su ruta y tomando un sendero que se interna hacía el Occidente se encuentra la aldea de Bandujo (o Vandujo, o Banduxu como dicen los lugareños iletrados).

Banduxu es un lugar antiguo. Muy antiguo. En las alturas que lo rodean se esconden multitud de túmulos levantados por no se sabe quién, puede que por los misteriosos mouros, y a los que es mejor no acercarse, pues no se sabe que ocultan en sus profundidades. Y esto no siempre es fácil porque a veces los caminos ganaderos pasan peligrosamente cerca de las antiguas tumbas. La viajera haría bien en mantenerse alejada de los altos.

La parte más noble de la aldea en sí se levanta junto al saliente conocido como El Tarano. Aquí se encuentra la iglesia de Santa María y la torre de los Álvarez de Banduxu. Es en este barrio donde, desde antiguo, habitan las personas de linaje de la aldea.

Separado del anterior por tierras de labranza está La Molina, grupo de casas que se arraciman alrededor del ingenio que le da nombre. Es hogar de gentes humildes y laboriosas que son observados desde las alturas por los señores de El Tarano.

El Toral de Riello es otro de los barrios de la aldea, separado por cultivos de los otros dos. Es el más reciente de todos, aunque las tierras ya se roturaban tiempo atrás.

Todos los caminos de la aldea confluyen en una plazuela conocida como “El Real”. En realidad es un claro entre los cultivos donde se reúnen los vecinos y las vecinas para hablar en conceyu del gobierno de la aldea. Y más aún, que aquí también se junta el ganado antes de subirlo al puerto.

Las relaciones entre señores y campesinos no siempre son fáciles. Los primeros controlan no solo las tierras más fértiles, sino también los horreos y las cuadras y tenadas, llegando incluso a expulsar a los rústicos de sus hogares para poder alojar a sus hijos segundones. Todo ello, claro, de las formas más legales y correctas.

De estos nobles señores locales, no es aventurado decir que el más prominente fue don Rodrigo Álvarez de Banduxu I. Ya lo hemos visto más arriba, vasallo de los Quirós y tenente del castillo de Proaza, y cambiando de bando para someterse al obispo Gutierre de Toledo. Fue hombre de armas y guerra, principal apoyo del rey en las tierras de Trubia, solo por detrás de los Bernaldo de Quirós, contra el conde Alfonso Enriquez. Falleció en el año del señor del 1400, vendiendo entonces su viuda las armas y armaduras del finado por 600 maravedíes. A partir de esos años los Álvarez de Banduxu se mantendrán en el poder a través cargos más tranquilos y estables, como notarios, abades, chantres, etc. Atrás quedaban los días de guerras y pendencias.

El Privilegio

Una vez abandonado Banduxu deberá la peregrina seguir río arriba entrando en las tierras de lo que se conoce como “El Privilegio”. Son tres aldeas: El Paramo, La Focella y la Villa del Sub las que forman parte del mismo y sus naturales no pagan otro impuesto que no sea el diezmo a la iglesia. De ahí que sus doñas sean muy pretendidas por los campesinos de los alrededores, quienes por algún motivo no gustan de pagar los fueros que les corresponden.
Pintan los de este linaje de hidalgos del Privilegio un escudo de armas en el que se ve un caballero a pie, armado con espada como si fuese a golpear con ella y con un perro y dos lobos en campo de gules, y dice su lema: “Ó quan bello lo fixo Bellido con la su espada en la mano”

La verdad es que poco se sabe de este tal Bellido. Parece ser que su nombre era Mandulfo, aunque conocido como Bellido Vrioles, y era caballero del rey y vasallo del conde Pelayo Froilas. Tuvo una pendencia con el caballerizo mayor del soberano, a la sazón Asemenides, y fue entregado como rehén al rey Bermudo III. Pasado el tiempo descubrió el rey que no era malo el tal Vrioles y le compensó haciéndole hidalgo y dejándolo libre. Y claro, la historia no encaja, porque si era caballero nombrarle hidalgo es bajarle el rango, pero la verdad es que en tiempos de del antedicho monarca, año del señor de 1033, no había caballeros como se les llama ahora. Tampoco nos explica el cuento que fue lo bello fecho con la espada, que Mandulfo (Bellido) la tendría, pero parece que no la usó para salir del trance. Dudas todas estás que no empañan El Privilegio y sus exenciones tributarias.

Teverga

Llegará por fin la peregrina a la Colegiata de San Pedro de Teverga, fundada en 1069 de nuestro señor, a la vera de la Iglesia de San Miguel, a la que luego absorbió, por la piadosa condesa Aldanza. Esta condesa era descendiente del rey Bermudo II y fundadora también de Santa María de Lapedo en el valle de Pigüeña. Reposa en la iglesia (también fundada por ella) de Santa María de Villanueva de Valdecarzana.

Valle del Trubia
Inexacto mapa del Valle del Trubia
Es la colegiata el edificio más notable de los alrededores y no es aventurado decir que de todo el valle, pues cuenta con la iglesia, el pórtico de la misma, que hace las veces de cementerio de notables, claustro, casas para los canónigos y palacio para el abad. Estos últimos de muy reciente factura, levantados el abad Fernand González en estos años de sus Católicas Majestades. No debemos olvidar que los abades de la colegiata son, a su vez y siempre han sido, canónigos de la catedral de Oviedo. El abad es un hombre piadoso que no solo ha embellecido la Colegiata, sino que cuida que los caminos y accesos a la parte alta del valle estén abiertos y despejados.

Claro que puede que la peregrina no quisiera visitar la Colegiata, sino el Santuario de la Virgen de la Asunción del Cébrano, muy antiguo y renombrado. La Virgen que en él se guarda tiene fama de curadora de los males del cerebro y por es por ello muy querida. La leyenda dice que la figura misma fue traída por los buenos cristianos tras el desastre de Guadalete, para mejor proteger a los católicos que aquí vivían. Pero otra leyenda dice que un pastor la encontró refugiada en una cueva cerca de Peña Sobia. La imagen cubre su cabeza con una pieza de bronce cubierta de milagrosos signos. Si la peregrina está aquejada de algún mal en su testa, solo tiene que ponerse el cuenco por encima para curarse.

Alesgas, Miranda y Monreal.

Hay tres fortalezas que vigilan las montañas de Teverga. Dos son más bien casa fuertes y se encuentran en las estribaciones occidentales del valle, como son las de Miranda y Monreal. Ambas pertenecían al cabildo ovetense y eran poseídas en tenencia por la casa de Quirós, quienes a su vez delegaban en sus vasallos. Alrededor del castillo de Miranda se ha levantado el señorío de Valdecarzana, del que son poseedores los Quirós, por obra y gracia de las mercedes de don Enrique II, cuando corría el año del señor de 1372.

El castillo de Alesgas es harina de otro costal. Es fortaleza poderosa desde la que se domina la entrada en el valle por el Puerto Ventana. Otra vez levantado sobre potentes peñas, el castillo, con una fuerte torre cuadrada, patio de armas, murallas y torres de refuerzo es una construcción imponente. El castillo tiene un pequeño patio de armas y un aljibe en el que se almacenaba el agua para cuando se necesitaba. En tiempo de nuestras Majestades ya es una ruina que vigila las montañas, como tantas otras.

Dicen que bajo sus muros se encuentran unos túneles que conectan con el mundo de los mouros y que por ellos sacaban estos sus caballerizas para abrevarlas en el río.

Más allá del castillo de Alesgas se encuentra el Puerto Ventana que marca el linde de las tierras del Principado, quienes lo crucen, si por algún motivo lo desean, estarán ya en León, aunque no se me ocurre que deseará hacer la peregrina por aquellas tierras.

Quirós

Mejor opción para la viajera sería volver sobre sus pasos y remontar el cauce del río Quirós para adentrarse en las montañas que llevan su nombre.

Como el resto de las tierras de las que llevamos un buen rato hablando, pertenecen estas montañas desde antiguo, desde los reyes de Oviedo, a la Santa Catedral de las Asturias. Y como el resto son gobernadas en su nombre por los Bernaldo de Quirós, quienes, como la astuta peregrina habrá deducido, reciben su apellido de estos sus dominios.

Es este un terreno montañoso y exigente, de grandes alturas y escasos pobladores, que pedirá lo mejor de la viajera para poder ser visitado sin perder el resuello. Si tiene fortuna y linaje podrá ser hospedada por los mismísimos señores de Valdecarzana en su castillo de Alba, que es fortaleza imponente y que perteneció al rebelde don Gonzalo y que también fue asediada por el Emperador de León. Dicen los ancianos que la última reina de Asturias, doña Urraca, quien era hija del tal Emperador, pero nacida fuera del matrimonio, también se alojó en el castillo, y que desde sus muros planeó la emancipación de nuestro viejo reino de la corte leonesa (casi se diría que los muros respiraban sedición).  Por fortuna fracasó y desde hace más de cien años, 1380 para ser exactos, pertenece sin disputa a los Bernaldo.

El castillo levantosé para proteger los pasos de montaña de las invasiones de los infieles moros, pero también se habla de un pasadizo subterráneo excavado bajo sus cimientos por los mouros por el cual subían y bajaban sus tesoros hacia el río. El por qué de ese trasiego de tesoros no es conocido por ningún cristiano.

El palacio de las Agüeras.

Pero no debe dejar la caminante que le engañen las rudas apariencias del castillo de Alba. Los de señores de Valdecarzana se alojan por lo general no en el castillo, sino en el cercano palacio de las Agüeras, levantado alrededor de una torre fortificada construida durante la pendencia entre don Pedro y don Enrique. Y es desde este palacio desde donde los señores del Trubia gobiernan los destinos de sus siervos.

En las alturas de Quirós también se esconden grandes piedras levantadas desde muy antiguo y antiquísimos poblados circulares. Es evidente que son obra de los mouros y mejor haría la peregrina no acercándose a esos lugares malditos.

De las leyendas y misterios del valle


Haría bien la peregrina, ahora que ha visitado todo el valle, en volverse sobre sus pasos y tal vez refugiarse de nuevo entre las murallas de Oviedo o en las de la villa de Grao, que también le queda a mano. Pero si es insensata y curiosa (defectos que van siempre unidos de las manos), podrían interesarle los siguientes saberes escondidos.

Entre Quirós y Santo Adriano se encuentra uno de los refugios de xanas más conocidos de todo el solar asturiano, al menor para los habitantes de la Sancta Ovetensis, que es el desfiladero de las Xanas, el cual desde la aldea de Pedroveya serpentea hasta las cercanías de Tuñón. Aunque apenas cubre dos leguas entre una y otra, la belleza y el misterio del paisaje son apabullantes y no dejan indiferente a nadie. La leyenda cuenta que habiendo sido desterrado de su trono, el rey Sancho I el Gordo encontró refugio en la corte del califa Abderrahmán III, donde se enamoró, mientras adelgazaba, de una de sus esclavas con la que tuvo una hija llamada Sett al-Raxana.
Pasaron los años y don Sancho, ahora ya más en forma, recuperó el trono de León y se casó con Teresa Jimena, pero se llevó con él a la corte a su amante mora y a la hija de ambos. El reino le duró poco, pues fue asesinado a los siete años de reinado, sucediéndole su hijo Ramiro, a la sazón de 5 años de edad. 
Como la primogénita del finado era mora en corte de cristianos e ilegitima para más inri, se decidieron los notables del reino a ocultar a tan incomodas criaturas, madre e hija. Y donde mejor que en el monasterio de Santo Adriano, bajo las manos del abad Creuso Lotario. Pero el tal abad no estaba muy por la labor de meter infieles en los santos muros de su abadía, así que las ocultó en el angosto desfiladero cercano a Tuñón (en Asturies Medievalia el lugar sale reseñado como Muñón, vosotros ni caso).
No contaban los cristianos del reino con la reacción de la guardia mora que había protegido a don Sancho durante su breve reinado y que comandaba un tal Jatar el-Quelbi, quién decidió abandonar León y Asturias al alcanzar la mayoría de edad el rey Ramiro II, llevándose consigo a Sett y a su madre, que ya no podían más que temer por su vida entre tanto infiel politeísta e idolatra.
De la madre no hubo ni rastro, que seguramente había muerto años ha, pero de la niña encontró la pista gracias a la colaboración involuntario del abad Creuso, previa tortura y quema de su monasterio: la niña se escondía desde hacía tiempo entre las estrechas paredes del cercano desfiladero.
Jatar y sus hombres fueron en busca de la moza, pero tan solo el comandante logró internarse en las profundidades el paraje. Más un extraño influjo hizo que se desmayara tras entrever a una misteriosa mujer rubia que peinaba sus cabellos junto a una cascada. Se despertó de su desvanecimiento junto a sus hombres y decidieron abandonar aquellas tierras mágicas olvidadas de la mano de Dios.
Años después, un trovador llamado Odoario Vela quiso seguir los pasos de Jatar, encontrando el mismo fin y cayendo al vacío tras vislumbrar a la doncella de rubios cabellos. Se inspiró en su aventura para escribir su canción “El desfiladero de la xana” y desde entonces este es el nombre con el que se conoce al lugar.

Tuñón es también conocido por la Cueva del Notario y lo que allí ocurrió. Tomó el nombre de un suceso luctuoso y salvaje acontecido recientemente con sus Católicas Majestades de Castilla y Aragón ya en el trono. Los Vazquez de Prada, que tenían casona en Proaza, no vieron con buenos ojos que su hermana Elena casara con un notario de origen plebeyo y natural de Tuñón. Diego, Alonso y Andrés reunieron a los suyos y acecharon la casa de los esposos que pudieron por los pelos huir al monte y refugiarse en una cueva, desde la que lograron mantener a raya a sus perseguidores, asistidos por nueve de sus deudos. Viendo que no podían entrar en la cueva sin ser descalabrados, a los Vazquez de Prada no se les ocurrió otra cosa que prender fuego a la entrada de la misma para achicharrar y asfixiar a los que estaban dentro. La misma Elena salió de la cueva para implorar a sus hermanos que abandonaran su intento homicida, pero los asesinos le dieron a escoger; podría escapar ella o podía quedarse dentro, pero su marido no iba a salir vivo de aquel agujero. Elena escogió quedarse y murió junto con su esposo y los amigos de éste. Habiéndolos dejado muertos los de Prada huyeron, se dice que a luchar a tierra de moros para escapar de la justicia real. Años después solo Diego volvió al valle, fundando en Proaza la casa fuerte de los Prada.

Un poco más arriba, en el mismo concejo, unos mozos estaban recogiendo la hierba a su ritmo, sin prisas, hasta que llegó un viejo y les metió prisa “si no, vais mojavos”. Los mozos se rieron, el viejo meneó el sombrero y se puso a llover de inmediato. Era sin duda el Nuberu que había descendido al valle para hacer sus cosas.

Los límites entre Proaza y Tameza se establecieron tras una competición de fuerzas entre dos toros. Los primeros llevaron un toro blanco, grande y fuerte; los segundos un toro roxu, pequeño, pero aún más potente. Ganaron los de Tameza y establecieron el limite en el Cantu la Flecha, marcando el lugar con un mojón negro.

También en Proaza, la noche de difuntos, se deja el fuego encendido de noche, comida preparada y no se duerme en las camas, para que las ánimas pudieran descansar.

Pero hay que tener mucho respeto y cuidado con las ánimas que atraviesan el concejo, pues una vecina del pueblo, muy dada a cotillear desde su ventana, se vio sorprendida por la Güestia, que le entrego un cirio negro para que lo guardara hasta su próxima visita. Espantada, la vecina escondió la vela en un arcón, pero al abrirlo el día siguiente se encontró con un difunto de cuerpo presente. Corrió a pedir ayuda al párroco local que la previno de devolver el cirio a los difuntos, ocultando bajo la ropa un escapulario. Cuando la aparición se presentó para recuperar lo suyo, la vecina entregó el cirio, siendo asida por fantasmales manos que querían llevársela con ella. La mujer sintió una quemadura por donde la estaban agarrando y mientras la soltaban una voz de ultratumba le dijo: “ Si no fuera por lo que llevas puesto, vendrías hoy con nosotros”. Los difuntos desaparecieron al punto y la vecina dejó de espiar a los demás.

Por todo el territorio de Proaza se rumorea la existencia de una criatura llamada Llobu Cerval, una especie muy agresiva y salvaje de licantropo.

Entre las lindes de Quirós y Teverga existió tiempo ha un pequeño pueblo llamado Rescuro. Se cuenta que una noche subió una de las mujeres del pueblo a amasar el pan del día siguiente, no dándose cuenta de que en la masa se había colado una sacabera (salamandra), animal que es bien sabido es venenosísimo. Comieron del pan todos los habitantes del pueblo, pues parece que lo usaban como pan de misa, llamándolo de San Antonio, y perecieron todos envenenados, aunque no falta quien dice que se salvó el cura o, según quién lo cuente, un pastor que estaba en el monte. Sea como fuese, las ruinas del pueblo allí quedaron, menos las del horreo que se trasladó convertido en carro de bueyes al vecino pueblo de Vil.lagondu (el muerto al bollo y el vivo al horru).

Vil.lanuova (Teverga). En su iglesia se oculta un cáliz de plata, robado en su día a una xana por uno de los lugareños. Como la criatura le perseguía y es bien sabido que las xanas son harto peligrosas, el rústico solo pudo librarse de ella tras ofrecer el tesoro a la iglesia del pueblo.

En Teverga se conoce al Nuberu como Renubeiru. En Taxa se cuenta la historia del Nuberu que cayó a tierra junto con un rayo y fue socorrido por dos muchachos del lugar, despidiéndose de ellos diciendo que se llamaba Xuan Cabritu y que si llegaban a la ciudad de Brita, pidieran por él. Haciéndose mayor uno de los mozos, embarcose con tan mala fortuna que su nave naufragó, arrojándolo a costas extrañas. Pudo sobrevivir a base de limosnas y sin saber donde se encontraba, hasta que alguien le habló de la cercana ciudad de Brita. Se allegó el joven a la urbe y preguntó por Xuan Cabritu, descubriendo al poco la casa donde este habitaba. El mozo relató su historia a la mujer del Nuberu, quien le hizo esperar a que retornara su marido, recomendándole, eso sí, que se escondiera pues Xuan tenía mal pronto. Llegó el Nuberu a casa y lo primero que dijo fue “Aquí güel a cristianuzu”, pero le explicó la mujer quien era la visita. Cambiando el semblante y las palabras el Nuberu siguió hablando “¡Ah, entós ye amigu mío!¡ A esti nun lo comemos!” y salió de su escondite el humano para abrazarse con su viejo conocido. El Nuberu no solo dio de comer al naufrago sino que lo llevó volando a cuestas hasta su pueblo, quien le azuzaba con un pincho gritando: ¡Arre demoniu!. Al vislumbrar su pueblo, nombró el aldeano a Dios, siendo descabalgado en el acto el Nuberu. Pero cayó bien, sobre un árbol cercano a la iglesia, con tan buena fortuna que interrumpió las segundas nupcias de su señora, que ya lo daba por muerto y se casaba otra vez.

En el Picu la Campa, Teverga, se encontró un lugareño, que venía desde la braña del Rebel.lon, con la Güestia. Algunas de las ánimas de la fantasmagórica procesión cargaban árboles, otros mojones, otros cancillas. Uno de los difuntos, que se presentó como el padrino de la victima, le explicó que llevaban aquello que habían robado en vida, haciéndole prometer que nunca se portaría mal (se entiende que no robaron los mojones en sí, más bien los cambiaron de sitio). Y no falta quién dice que mientras las almas pasaban a la vera del aterrado paisano, le iban pegando un bofetón.

Otro tevergano tuvo más suerte. Vio venir de lejos a la Güestia y pudo esconderse. Al pasar a su lado se encontró con el cura, un vecino que se las daba de beato y unos cuantos aldeanos más disfrazados de espíritus. Ni corto, ni perezoso, agarró un cayado y se lió a tortas con la procesión. Y es que a la iglesia le gusta sacar tajada de los miedos de los naturales, pero a veces les sale mal.

En Cuña, Teverga, está el Pozu las Xanas (o rozu las xanas)

Una anciana de Terverga recogió una noche a un cabritín con la pata rota. Se lo llevó a casa y le dio sopas de pan para comer. Al comenzar al santiguarse para ir a dormir el cabrito estornudo poniendose de pié diciendo: “Ixuxu, que comi sopes, ixuxu, que les comí. Ixuxu, que te vi el culu, ixuxu, que te lu vi”

En Vil.labandú, Quirós, nueve vaqueiros que volvían de romería se encontraron con un caballo blanco, siendo todos ellos capaces de cabalgarlo a la vez. Se dio cuenta uno de ellos de los sobrenatural del hecho y al nombrar a Dios debido al susto, el caballo desapareció. No se ponen de acuerdo los sabedores de lo oculto sobre si tal criatura era un diañu o algo peor.

También en Quirós, pero esta vez en un lugar llamado Vil.lasanti había una moza que llevaba los bueyes a beber a Vallina'l Llagu, pero los animales no podían beber porque un gran buey que salía del lago les embestía constantemente. Alentada por su padre la moza se decidió a espantar al gran buey con un pincho atado a un palo, pero la bestia la atrapó entre sus cuernos y la sumergió en la laguna. Nadie la volvió a ver, pero sus cuentas y corales aparecieron flotando al día siguiente en otra fuente a varías leguas de allí. 

En el Xienal, Quirós, se encuentra el prau del cuelebre, aunque nadie sabe porqué se llama así.


Post scriptum: En principio mi idea era, como he hecho hasta ahora, dedicar un artículo a cada concejo, pero una vez revisé toda la información que pude encontrar me dio la sensación de que no tenía bastante para hacer cuatro entradas individuales (Santo Adriano, Proaza, Teverga y Quirós). Además, cuanto más leía, más claro me quedaba que los cuatro concejos formaban parte de un todo estructurado de manera similar, pese a las abundantes divisiones administrativas del territorio. 

El valle es un punto de entrada estratégico al centro de la región y como tal fue objeto de control por parte de la monarquía asturiana, es más, tal y como se ha visto, las primeras apariciones en la historia vienen bajo los nombres de los reyes Ordoño I y Alfonso III, quienes se afanan por organizar un territorio que perecía ser de realengo hasta el momento. Los siguientes siglos medievales ven como la autoridad real se delega en la catedral de Oviedo, a quien se le escurre entre los dedos el control del valle en favor de las élites locales, particularmente los Bernaldo de Quirós. 

El valle se abre y se cierra con dos castillos: Buanga y Alesgas, ambos hoy en ruinas, el primero apenas reconocible como construcción humana, que se complementan con las muchas que fortifican el resto del territorio. La mayoría de los castillos, sino todos, estaban encaramados en roqueros inaccesibles alejados de los poblados más importantes que se colocaban a la vera de los ríos. Esta dominación en altura cambió a finales del siglo XIV, cuando los señores bajan sus torres al valle, ya más interesados en cobrar impuestos que en detener invasiones que ya no iban a llegar. 

Como siempre me he permitido varias licencias en el texto. Tal vez la más relevante sea la trampa del castillo de Buanga que no está en Santo Adriano, sino en el concejo de Oviedo, una cuestión administrativa moderna, que no quería que me impidiera recalcar la idea de que el Trubia se enmarca entra este castillo y el de Alesgas. En su momento las tierras alrededor de sus muros se conocían como “el territorio de Buanga”, nomenclatura que se perdió cuando el centro de poder del valle bajo desde el castillo hasta la villa de Proaza.

Esta última también da lugar a confusión, si no ella, sí su castillo. Gonzalo Pelaez se rebeló en el castillo de Proaza y durante años se ha confundido la llamada "Torre del Campo" con la dicha fortaleza. Pero la realidad es que la torre del campo es muy posterior y es solo eso, una torre, desde donde poco se iba rebelar el conde, por mucho contrafoso, foso y cerca que tuviera cuando la construyeron. Se han sugerido dos opciones para la auténtica situación del castillo de Proaza: o en la misma villa, cercano a la casa de los Prada, o más alejado en lo que hoy se llama Proazina. Esta última teoría se fundamenta en que el nombre primitivo de la villa era San Vicente de Olalies y afirma que durante la rebelión del conde, Proaza se situaba en la actual Proacina. Con el devenir de los años, San Vicente de Olalies se transformó en Proaza y el castillo original se quedó con el diminutivo. Cada quién que escoja lo que más le gusta.

De nuevo aparecen en las ruinas leyendas sobre pasadizos y secretos de los mouros, por lo general se dice nada y menos al respecto, quedando todo en un simple rumor. Una pena porque da la sensación de que en la conciencia rural asturiana estaba implantada la idea de un mundo mágico subterráneo en el que habitaban aquellos, pero parece que estamos condenados a quedarnos con la miel en los labios. Si tuviera tiempo y recursos me gustaría investigar más el tema, tentado por descubrir una geografía de ese mundo oculto.

Por último recordar que llobu Cerval es como se conoce también al lince ibérico en Asturias, extinto desde principios del s.XX

Ideas de aventura

  • Los Pjs han hecho de las suyas en alguna de las aldeas del valle y escapan monte arriba hasta las ruinas del castillo de Buanga. Hay una galería subterránea que les servirá de refugio provisional. Lo que no se esperan es que conduzca al reino subterráneo de los mouros.
  • El conde Alfonso Enriquez está saqueando el valle, exigiendo tributos para sus conspiraciones, los Pjs son fieles a la causa de su rey legítimo y por lo tanto enemigos del conde. ¿Lucharan contra él o tendrán que esconderse para salvar su vida? 

Bibliografía


  • Señoríos y encomiendas en las tierras episcopales del valle del Trubia - Ana Fernández Suárez
  • Reyes, obispos y campesinos: territorio y poblamiento durante la Alta Edad Media en el Valle del Trubia, Asturias (siglos VIII-XII) - Jesús Fernández Fernández
  • Principios de formación y transformación del poder: el señorío monástico de Santo Adriano de Tuñón (siglos IX-XVIII) - Iván Muñiz López
  • La Colegiata de San Pedro de Teverga – Raquel Alonso Álvarez
  • El pueblo dormido. Bandujo (Proaza) - Iván Muñiz López
  • http://lavozdeltrubia.es/2014/12/12/reportaje-buanga-el-bastion-invencible/
  • La leyenda del desfiladero de las xanas le he parafraseado de la expansión de Aquelarre "Asturies Medievalia" 
  • Asturias Legendaria: historias, Leyendas, gentes y seres mágicos de la mitología. Miguel Arrieta. TREA. 
  • Mitos y Leyendas Asturianas. Editorial Picu Urriellu. Alberto Álvarez Peña.
  • El Gran Libro de la Mitología Asturiana. Xuan Xose Sanchez Vicente; Xesus Cañedo Valle , 2003
  • Asturias Mágica. Alberto Álvarez Peña -ed. Conceyu Bable 1992

sábado, 19 de marzo de 2016

Salas: mitos y leyendas.

Salas, mitos y leyendas

Salas, tierra de leyendas

El pozo Fullaricos

En las cercanías de Ablaneda, allá por el alto de Pedrafita, dicen los que saben que se encuentran el famoso pozo Fullaricos (o Ful.lericos), bajo cuyas aguas se esconden los restos de un antiguo palacio.
Nadie sabe, eso si, a quién pertenecía el susodicho, pues no hay cristiano vivo que lo haya podido contemplar, pues hasta los más viejos del lugar lo han conocido siempre como lo que es.

Salas, pozo Fullaricos
El Pozo Fullaricos según Juan Pablo Moratiel
Pero donde no llega el saber alcanza la imaginación y la leyenda. El rey pertenecía a un noble viudo, que si era de horca y cuchillo, no se sabía, porque no parece que fuera malquerido por los suyos. Como no podía ser de otra manera el ilustre viudo tenía una hija, quien por supuesto, era la más bella del lugar y cortejada por un buen número de gentilhombres. Como no decidía con quien casarse y no debía de haber ningún monstruo matadero por los alrededores, el noble viudo decidió que entregaría la mano de su hija al primero que fuera capaz de traer agua desde el Pozo Verde, que estaba en La Espina, a unas buenas dos leguas de subidas, bajadas, riachuelos, bosques impenetrables y demás dificultades para hacer la cosa interesante y asegurarse que el ganador estuviera realmente comprometido con el asunto.

La dificultad de la tarea asusto a más de uno y tan solo tres pretendientes se presentaron. Dos de ellos unos galanes como Dios manda, guapos y apuestos a más no poder, el otro feo y contrahecho y encima vago, porque mientras los dos apuestos caballeros se ponían manos a la obra y comenzaban a escavar sendas acequias ( no os penséis que bastaba con lleva agua en un pellejo no, si vas a entregar a tu hija a un desconocido por lo menos que te haga una buena canalización), el feo, decía, se pasaba el día tirado a la bartola y sin mover un dedo. Y no fue hasta que la cosa estaba casi terminada y a punto de decidirse, que le dio al feo por ponerse a trabajar. Y hete aquí que lo que los dos hermosos jóvenes llevaban semanas haciendo, el contrahecho lo hace en una sola noche y sin despeinarse, El agua bajaba desde el puerto de La Espina, hasta el palacio en Ablaneda. 

Ya iba el horrendo a reclamar su premio, pues había cumplido parte de su cometido, cuando la doncella gritó: "¡Antes se hunda este palacio que casarme yo contigo!" Y como el pretendiente feo no era otro que el diablo, pues dicho y hecho, se hundió el palacio y el casamiento no tuvo lugar.

Y hay quién dice que de vez en cuando se aparece en el pozo, entre vigas y maderas que emergen, la doncella, transformada ahora en xana que promete riquezas sin cuento a quién la desencante.

Otra versión de la leyenda dice que el diablo ya se había aparecido con anterioridad a la doncella prometiendo hacerla más bella que otra joven que vivía en Belmonte, a cambio la doncella habría prometido su alma al diablo y éste habría participado en el asunto de la acequia para cobrársela. Pero desde mi punto de vista debe de ser un pegote de dos leyendas distintas, pues si el diablo ya le había dado más belleza a la joven a cambio de su alma, a santo de que le iba a sanear las tuberías.

Lo que a mi entender es más interesante es el origen de la leyenda. El pozo Fullaricos fue en origen una balsa receptora excavada por los romanos para que las aguas que usaban con su peculiar método de extraer oro se embalsasen y los restos de maderos y vigas que los aldeanos decían ver no serían sino fragmentos propios de la minería de oro. Y digo que es más interesante porque de una forma muy peculiar la leyenda nos habla de esa misma actividad: los pretendientes tienen que traer agua desde lo alto de La Espina hasta Ablaneda, es decir tiene que hacer una canalización que iría a parar al pozo Fullaricos o, más bien, que le daría origen. En el fondo la leyenda nos habla del origen artificial del pozo, de las grandes obras realizadas por los romanos para extraer el oro de los astures y de la posible existencia de ese oro en el fondo del pozo, camuflado ahora como tesoros de la xana. Tal vez el hecho de que la doncella se transforme en xana nos hable de la pervivencia de cultos paganos durante años después de que los romanos se hubieran ido, pues la diosa de las aguas se muestra sobre los escombros del mundo romano. Pero todo esto no son sino teorías de mi propia cosecha.

Los Infantes de Soto

Muy cerca de Ablaneda, de hecho a menos de una hora a buen paso, se encuentra Soto de los Infantes, una aldea un poco más grande que la primera, pero tampoco mucho más y que tuvo en su día muy ilustres vecinos. Y según a quién se pregunte eran vecinos buenos, o vecinos malos. 

Los que hablan de vecinos buenos dicen que en Soto vivía una reina que de una sentada dio a luz a siete hijos. O no eran de su marido, o no debía de ser una reina muy boyante, porque siete le parecieron demasiados y decidió deshacerse de seis de ellos. Los metió en una cesta y mandó a una criada que los tirara al río. Pero la criada se dio de bruces con el rey, quién le preguntó que llevaba en la cesta, la criada contestó que unos perrinos, y el rey que quería uno, la criada que no, que son muy flojos, y el rey porfiando por el perro. Y claro la criada destapo la cesta y el rey descubrió la verdad, pues la criada no dudo es explicar con pelos y señales lo que había pasado.

En lugar de ir a cantar las cuarenta a sus esposa el rey busco seis nodrizas y entregó un niño a cada una y no dijo ni mu a su mujer, fingiendo creerse el cuento de que había tenido un hijo y solo uno. Pasaron los años, los mozos crecieron y el rey celebró una fiesta en su palacio (este no se le había hundido como el de Ablaneda). El rey mandó que los siete muchachos se vistieran de la misma manera y cuando la reina llegó, la obligó a descubrir cual de ellos era su "único" hijo. La reina sabiéndose descubierta se desvaneció y algunos dicen que murió en el acto. Y una vez reunidos los siete niños, dicen que se convertirían en los Siete Infantes de Lara

Y si alguien está pensando que los Infantes de Lara no eran especialmente buenos, que parece que eran de tirar de espada a la primera de cambio. Eso es porque no conocen a los otros infantes a los que se les atribuye el segundo nombre de Soto. Por supuesto son los Infantes de Carrión, los que maltrataban a doña Sol y doña Elvira y recibían las justas iras del Cid Campeador. Pues a decir de algunos se habrían refugiado en Soto de los Infantes. Estos serían los vecinos malos, claro.

La verdad es que esta leyenda parece no tener más sentido que el de unir el nombre del pueblo a los pocos infantes que, a parte de los hijos de los reyes, parecen haber existido en la historia del reino de Castilla y León. Todo viene de una más que sencilla confusión, los Siete Infantes de Lara si son originarios de Salas, de Salas de los Infantes, en Burgos. Y los infantes de Carrión... pues aquí hay un poco más de miga, Los infantes de Carrión eran hijos de los condes del mismo lugar, en Palencia, pero el origen del linaje se remonta a la boda de una tal doña Cristina con Ordoño Ramirez, el ciego, hijo del rey Ramiro III. ¿Y quién era la madre de doña Cristina? Pues doña Velasca Ramirez, amante o esposa, según se diga, del rey Bermudo II de León. Y esta Velasca fue ni más, ni menos que la fundadora del monasterio de Cornellana, lugar que otra tradición también señala como refugio de los Infantes de Carrión. 

Como se ve las leyendas esconde una pequeña parte de verdad.

El palacio de Marcel

No teniendo suficiente con el palacio de Ablaneda, el de Soto de los Infantes, el de Salas y el de la Doriga, los del concejo tenían otro palacio más, este situado en Marcel (o San Marcelo), lugar situado en la ruta primitiva a Santiago. No hay que buscar este palacio porque ya no existe, pues se lo llevó por delante una riada del Narcea. En él gobernaba, ahora si, un señor de horca y cuchillo, que ante el casorio de uno de sus vasallos decidió ejercer su derecho de pernada. Los padres de la muchacha, ni la muchacha misma, ni el novio, se supone, estaban por la labor de permitir tan venerable costumbre, así que cubrieron a la moza de cucho (estiércol) y la vistieron con felpeyos (harapos) y viéndola de esta guisa el señor de horca y cuchillo decidió olvidarse de la pernada y permitió la boda sin más dilación.
 Lo que no queda claro aquí es como es posible que a un palacio se lo lleve por delante una riada del río Narcea, que está como a media legua de allí, un misterio que no he sido capaz de resolver.

La Doriga.

Ya se relato esta historia en este blog tiempo ha, Aquí en concreto. Pero para los más perezosos la repito. Los señores del palacio de La Doriga, a tiro de piedra de Cornellana, tenían una hija pequeña que se extravió en los bosques cercanos. Cuando los suyos la encontraron había permanecido a salvo gracias a una osa que la habría protegido y amamantado. Como esto fue considerado un hecho milagroso, se construyó en agradecimiento el monasterio de Cornellana y en él la Puerta de la Osa.Y aquí paz y después gloria.  
Mapa del concejo de Salas
El concejo de Salas

Sobre xanas y xentiles

Leyendas de palacios a parte, lo que abundan en Salas son las xanas y los xentiles, también llamados mouros. Hay que recordar una vez más que para los asturianos de la época, mouros no designaba específicamente a los seguidores de Mahoma, sino también a todos aquellos ajenos al credo cristiano, ya fuesen musulmanes, paganos u otras cosas... 
Aunque de los mouros no se conservan leyendas o historias de gran calado si que han quedado en Salas muestras de su presencia. Está la Cueva de los Xentiles (o de los Mouros) en Las Peñas, los castros de Alba y La Viña, construidos por los mouros y de los que se decía que siempre estaban en guerra uno contra el otro, el Fornu de los Mouros, donde se dice que se encuentra una ayalga escondida y para terminar está otra Cueva de los Mouros (o de los Xintiles, de nuevo) en Regueria Cavada, donde de nuevo nos encontramos con lo que parecen ser restos dejados por los romanos, pues Regueira Cavada sería algo así como el Reguero Escavado ¿otra canalización de la minería aurífera de los romanos?

En cuanto a las xanas nos encontramos en Salas el rio Xania y la braña de Sinxana. Y en el río Nonaya, en el conocido como Pozu Ondina se aparecía una xana en la Nueche de San Xuan y parece que decía "Xana, xaineta, dame tu riqueza, toma mi probeza" aunque parece más bien que aquí hay un poco de confusión y que serían los humanos los que deberían recitar esa formula para adueñarse de los tesoros de la xana. 

Pero no era aquella la única xana a la que le gustaba pasearse en la noche de San Xuan. En Fonte Xania a la xana del lugar le gustaba salir a pasear esa noche con sus muchas ayalgas y en una ocasión un rustico de los alrededores le arrebató un cáliz de plata. La xana echó a correr detrás del ladrón y éste solo pudo salvarse invocando a la virgen y prometiendo entregarle el cáliz. La xana desapareció al oír mentar a la Virgen y el rústico entrego la copa de plata a la iglesia de Biescas. Claro que en Perllunes, Santiago de Aguino y Santa María del Puerto cuentan lo mismo, pero como parece difícil que la xana perdiera tantas copas de plata es de suponer que alguna de las historias, o todas tal vez, sean falsas y fruto de la imaginación de los lugareños.

Otros seres del mundo Irracional

No se han visto Cuelebres o Pataricos por las tierras de Salas, pero si a la Güestia, aunque en Zorrina, la conocen como Güestia Caliera, sabrá Dios porqué.
En La Espina, si allí donde se reúnen siempre los representantes de los concejos para hermanarse, se habla de La Berrona, es decir La Llorona, una bruja que se lleva a los niños por las noches.
Y para terminar volvamos con un ilustre personaje, gran inquisidor, martillo de herejes, redactor del indice de libros prohibidos: Fernando de Valdés y Salas, que ya se ha pasado varias veces por este blog. El hombre era oriundo de estas tierras tan encantadas y llenas de prodigios y en una ocasión, cuando ya era Obispo de Oviedo, inició un pleito, a petición de los vecinos, contra una plaga de ratones que devoraban las cosechas. Los ratones, no faltaba más, contaron con abogado y procurador, pero debieron de hacer una defensa endeble, pues el ilustre Obispo y futuro Inquisidor, falló en su contra. Los ratones, eso si, abandonaron el concejo, tal y como dictaba la sentencia.

Ideas de aventura

  • Los Pjs acaban de llegar a la pequeña aldea de Ablaneda. Simplemente pasan por allí o tal vez se hayan perdido. Sin embargo los lugareños piensan que son un grupo de ayalgueros dispuestos a robar el oro que creen que se encuentra en el fondo del pozo Fullaricos. Y no están dispuestos a permitirlo.
  • Mientras se reposan en el hospicio de La Espina los Pjs empiezan a oír un llanto que, aunque lejano, es muy perturbador. Las monjas del hospicio empiezan a tapiar puertas y ventanas murmurando algo sobre La Berrona. Cuando todo está cerrado alguien golpea las puertas atrancadas: una familia de viajeros, con un bebe en brazos piden refugio. Los llantos se oyen cada vez más cerca.
  • El merino de Salas encarga a los Pjs que investiguen los rumores de dos bandas armadas que parecen guerrear entre ellas en la zona. Lo que nadie sabe es que son los Xentiles de La Viña y El Alba que guerrean entre ellos desde hace miles de años.

Bibliografía

  • www.amisalas.org, 
  • Asturias Legendaria: historias, Leyendas, gentes y seres mágicos de la mitología. Miguel Arrieta. TREA. 
  • Mitos y Leyendas Asturianas. Editorial Picu Urriellu. Alberto Álvarez Peña.